18 de agosto de 2010

Pequeñas partes de mí.

Un miércoles como otro cualquiera, una tarde de agosto en la que inusualmente llueve, un momento en tu habitación en el que cansada de ordenador y de playa, apagas la luz, te tumbas en la cama y te paras a pensar en tí misma; en lo que has sido, lo que eres y en lo que te estás convirtiendo.

Llegas a la conclusión de que ha habido momentos en los que has sido una amargada que prefiere quedarse en casa a salir, o que ha desperdiciado la oportunidad de pasarlo bien con un chico que te gusta por el simple hecho de que tienes el don de complicarlo todo.

Pero gracias a la típica amiga que te recuerda de vez en cuando lo amargada, sosa, aburrida o anti-social que eres; consigues salir de ese tonto estado de ánimo en el que te sientes vacía. Ya sea con sus risas o con sus sermones, siempre te levantará si necesitas ayuda.

Sigues pensando, y caes en la cuenta de que eres una persona extrovertida y que el día a día a tu lado tiene que ser entretenido. Pero, ¿qué sería de ti si no hubieses conocido a la persona que te hizo ver lo divertida que podía llegar a ser la vida si dejamos los problemas para más tarde?

Ella siempre será la “payasa” del grupo, junto con la que te diste cuenta que lo mejor es reírse de todo, no dudar sobre las decisiones y si te equivocas, otra vez será… pero siempre con una sonrisa de oreja a oreja.

Pero después de todo esto, recuerdas que no puedes cambiar tu forma de ser y que para tí es imposible evadirte de las preocupaciones por tanto tiempo.

¿Ahora qué? ¿estás sola en esto? No…

Ahí aparece ella, la seria del grupo, la más sensata y pacífica. Aunque tanta tranquilidad de su parte te ponga algo nerviosa, va a ser la única con la que tus pensamientos estarán totalmente acorde a los suyos en los momentos de histeria; y la única con la que te vas a sentir libre de desahogarte sin ser juzgada.

Después de un rato pensando, me doy cuenta de que no valoro siempre lo que tengo, que no estoy sola en el mundo; y que por muy diferente que sean tus amigas, cada una completa una pequeña parte de tí.

Aunque todas tienen algo en común. Es imposible escuchar el sonido de sus risas sin que te la contagien y hagan de ese, el mejor momento del día.


RAT & M.

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